Episode 462: 26 de Enero del 2025 - Devoción matutina para Adultos - ¨Con Jesús Hoy"
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DEVOCIÓN MATUTINA PARA ADULTOS 2025
“CON JESÚS HOY”
Narrado por: Exyomara Avila
Desde: Bogotá, Colombia
Una cortesía de DR'Ministries y Canaan Seventh-Day Adventist Church
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|| www.drministries.org ||
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26 de Enero
¿CuáLes son tus algarrobas?
«Juntándolo todo, el hijo menor se fue lejos a una provincia apartada, y allí desperdició sus bienes viviendo perdidamente. Cuando todo lo hubo malgastado, vino una gran hambre en aquella provincia y comenzó él a pasar necesidad. Entonces fue y se arrimé a uno de los ciudadanos de aquella tierra, el cual lo envió a su hacienda para que apacentara cerdos. Deseaba llenar su vientre de las algarrobas que comían los cerdos, pero nadie le daba» (Luc. 15: 13-16).
Ayer estuve ayudando a mi sobrino a recoger las algarrobas de los árboles de nuestro huerto y no pude evitar pensar en el joven de la parábola. Deseaba saciar el hambre a base de los ásperos frutos del algarrobo nos da una idea bastante aproximada de la situación extrema en la que había caído aquel hijo de papá, acostumbrado sin duda a vivir como un rico heredero.
En todo el entorno del Mediterráneo los algarrobos son árboles relativamente comunes que ya apenas se cultivan. Las algarrobas, aunque hoy están un poco más valoradas por su uso en farmacia y en la elaboración de productos dietéticos, en aquellos tiempos formaban parte del pienso más rústico y elemental de cerdos asnos. En España, actualmente el primer productor mundial de ese áspero fruto, se utilizaban hasta hace muy poco solo como pienso para caballerías.
El llamado «hijo pródigo», que disfrutaba de todos los privilegios en la casa de su padre, tras alejarse de él cayó en una situación tan baja que soñaba con alimentarse con las algarrobas destinadas a los cerdos. Es triste ver hoy también a tantos otros jóvenes, alejados de Dios, dispuestos a alimentar su cuerpo y su espíritu con cosas mucho menos recomendables, por cierto, que las propias algarrobas.
A los creyentes puede ocurrirnos también, como al joven de la parábola, cuando nos alejamos de la casa del padre y dejamos durante cierto tiempo de alimentarnos de su pan de vida, que caigamos en situaciones en las que lleguemos, como él, a contentarnos con alimentos más propios de «cerdos» (y que me perdonen las metáforas esos pobres animales) que de hijos de Dios.
Señor, ¿qué privilegio me has concedido al darme a conocer tu Palabra, que me alimenta espiritualmente día tras día! Deseo tomarle tanto gusto que sea incapaz de contentarme con meras «algarrobas».
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