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1 CORINTIOS 6. EL CUERPO, LE PERTENECE A DIOS
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EL CUERPO, LE PERTENECE A DIOS
1 CORINTIOS 6:13 … Pero ustedes no pueden decir que nuestro cuerpo fue creado para la inmoralidad sexual. Fue creado para el Señor, y al Señor le importa nuestro cuerpo. 15 ¿No se dan cuenta de que sus cuerpos en realidad son miembros de Cristo? ¿Acaso un hombre debería tomar su cuerpo, que es parte de Cristo, y unirlo a una prostituta? ¡Jamás! 18 ¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como éste, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo. 19 ¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos, 20 porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo. NTV.
El pensamiento común entre los hombres es que su cuerpo le pertenece y puede hacer con el lo que bien le parece. Con este pensamiento erróneo, un gran número de personas utilizan las partes de su cuerpo de manera inadecuada y muchas veces de manera inmoral como teniendo relaciones sexuales antes del matrimonio o fuer del matrimonio. Estas prácticas, aunque a la sociedad le parezca tan normal, pero a Dios no le parece algo normal, más bien, Él repudia todas estas prácticas inmorales de los hombres. Aunque los hombres puedan pensar que el cuerpo que poseen les pertenece, no es así, la realidad es que el cuerpo no le pertenece al hombre, sino a aquel que lo creó con su infinito poder, gloria y majestad, razón por la cual, nadie puede decir que el cuerpo le pertenece. Como el cuerpo no le pertenece al hombre, no puede hacer con el lo que bien le parece, sino solo lo que le agrada al Creador del cuerpo, en este caso, el hombre solo debe hacer con su cuerpo lo que le agrada a Dios.
Dios con su infinito poder, diseñó maravillosamente el cuerpo humano, no para la práctica del pecado, ni para la inmoralidad sexual, sino para que el hombre glorifique al Señor con su cuerpo. Al planear el cuerpo humano, Dios jamás dispuso que fuese usado para propósitos viles o impuros. Planeó que fuese usado para la gloria del Señor y en Su bendito servicio. Por tal razón el Señor está interesado en el cuerpo de los hombres, en su bienestar, y en su uso apropiado, y mucho más en el cuerpo de las personas que lo recibieron como su Señor y Salvador. El anhelo de Dios padre es que los hombres presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, libre de toda impureza e inmoralidad sexual
Desde el momento que una persona acepta a Jesucristo como su Señor el Salvador, su cuerpo no solo no le pertenece por la creación, sino también por la redención. Ya que el Señor pagó un precio muy alto para redimir al pecador y liberarlo de toda condenación a causa de sus delitos y pecados. Por todo esto, el cuerpo jamás le perteneció al hombre, ni le pertenece, ni le pertenecerá jamás. El cuerpo del hombre le pertenece al Creador y al Redentor, razón por la cual, el hombre solo puede hacer con su cuerpo lo que es permitido por Dios, y cualquier otra cosa que hiciese con su cuerpo, estaría cometiendo un pecado contra su cuerpo y contra Dios. Además, Cuando las personas aceptan a Jesucristo en su corazón, el cuerpo del hombre pasa a ser morada del Espíritu Santo de Dios. Por lo tanto, el cuerpo pasa a ser un santuario sagrado, en el cual no hay cabida para las prácticas ilícitas como la fornicación o adulterio. El cuerpo del hombre le pertenece a Cristo, por tal razón, el hombre no debe violar las normas establecidas por el eterno Creador, en su lugar debe honrarlo y glorificarlo con su cuerpo hasta que su cuerpo sea transformado a su gloria y more eternamente en su presencia.
Queridos hermanos. Nuestros cuerpos pertenecen a nuestro amado Señor y Salvador tanto por creación como por redención. Su posesión sobre nuestros cuerpos se remonta al Calvario. Fuimos comprados por un alto precio. En la cruz vemos la etiqueta con el precio que el Señor Jesús nos puso. Nos consideró tan valiosos que estuvo dispuesto a pagar por nosotros el precio de Su propia sangre preciosa. Por esta maravillosa muestra de amor manifestada en el madero, ya no debemos considerar más nuestros cuerpos como posesiones propias, sino como posesión de nuestro Redentor. Por tal razón, debemos emplear nuestros cuerpos para glorificar a Dios, Aquel a quien pertenece hasta la eternidad. Hermanos. Considerando que nuestro cuerpo no nos pertenece, sino al único Dios verdadero, huyamos de toda inmoralidad Sexual como adulterio y fornicación, en su lugar glorifiquemos a nuestro amoroso Señor en nuestro espíritu, pues tanto la parte material como la inmaterial de nuestro ser le pertenecen a Dios.
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EL CUERPO, LE PERTENECE A DIOS
1 CORINTIOS 6:13 … Pero ustedes no pueden decir que nuestro cuerpo fue creado para la inmoralidad sexual. Fue creado para el Señor, y al Señor le importa nuestro cuerpo. 15 ¿No se dan cuenta de que sus cuerpos en realidad son miembros de Cristo? ¿Acaso un hombre debería tomar su cuerpo, que es parte de Cristo, y unirlo a una prostituta? ¡Jamás! 18 ¡Huyan del pecado sexual! Ningún otro pecado afecta tanto el cuerpo como éste, porque la inmoralidad sexual es un pecado contra el propio cuerpo. 19 ¿No se dan cuenta de que su cuerpo es el templo del Espíritu Santo, quien vive en ustedes y les fue dado por Dios? Ustedes no se pertenecen a sí mismos, 20 porque Dios los compró a un alto precio. Por lo tanto, honren a Dios con su cuerpo. NTV.
El pensamiento común entre los hombres es que su cuerpo le pertenece y puede hacer con el lo que bien le parece. Con este pensamiento erróneo, un gran número de personas utilizan las partes de su cuerpo de manera inadecuada y muchas veces de manera inmoral como teniendo relaciones sexuales antes del matrimonio o fuer del matrimonio. Estas prácticas, aunque a la sociedad le parezca tan normal, pero a Dios no le parece algo normal, más bien, Él repudia todas estas prácticas inmorales de los hombres. Aunque los hombres puedan pensar que el cuerpo que poseen les pertenece, no es así, la realidad es que el cuerpo no le pertenece al hombre, sino a aquel que lo creó con su infinito poder, gloria y majestad, razón por la cual, nadie puede decir que el cuerpo le pertenece. Como el cuerpo no le pertenece al hombre, no puede hacer con el lo que bien le parece, sino solo lo que le agrada al Creador del cuerpo, en este caso, el hombre solo debe hacer con su cuerpo lo que le agrada a Dios.
Dios con su infinito poder, diseñó maravillosamente el cuerpo humano, no para la práctica del pecado, ni para la inmoralidad sexual, sino para que el hombre glorifique al Señor con su cuerpo. Al planear el cuerpo humano, Dios jamás dispuso que fuese usado para propósitos viles o impuros. Planeó que fuese usado para la gloria del Señor y en Su bendito servicio. Por tal razón el Señor está interesado en el cuerpo de los hombres, en su bienestar, y en su uso apropiado, y mucho más en el cuerpo de las personas que lo recibieron como su Señor y Salvador. El anhelo de Dios padre es que los hombres presenten sus cuerpos como sacrificio vivo y santo, libre de toda impureza e inmoralidad sexual
Desde el momento que una persona acepta a Jesucristo como su Señor el Salvador, su cuerpo no solo no le pertenece por la creación, sino también por la redención. Ya que el Señor pagó un precio muy alto para redimir al pecador y liberarlo de toda condenación a causa de sus delitos y pecados. Por todo esto, el cuerpo jamás le perteneció al hombre, ni le pertenece, ni le pertenecerá jamás. El cuerpo del hombre le pertenece al Creador y al Redentor, razón por la cual, el hombre solo puede hacer con su cuerpo lo que es permitido por Dios, y cualquier otra cosa que hiciese con su cuerpo, estaría cometiendo un pecado contra su cuerpo y contra Dios. Además, Cuando las personas aceptan a Jesucristo en su corazón, el cuerpo del hombre pasa a ser morada del Espíritu Santo de Dios. Por lo tanto, el cuerpo pasa a ser un santuario sagrado, en el cual no hay cabida para las prácticas ilícitas como la fornicación o adulterio. El cuerpo del hombre le pertenece a Cristo, por tal razón, el hombre no debe violar las normas establecidas por el eterno Creador, en su lugar debe honrarlo y glorificarlo con su cuerpo hasta que su cuerpo sea transformado a su gloria y more eternamente en su presencia.
Queridos hermanos. Nuestros cuerpos pertenecen a nuestro amado Señor y Salvador tanto por creación como por redención. Su posesión sobre nuestros cuerpos se remonta al Calvario. Fuimos comprados por un alto precio. En la cruz vemos la etiqueta con el precio que el Señor Jesús nos puso. Nos consideró tan valiosos que estuvo dispuesto a pagar por nosotros el precio de Su propia sangre preciosa. Por esta maravillosa muestra de amor manifestada en el madero, ya no debemos considerar más nuestros cuerpos como posesiones propias, sino como posesión de nuestro Redentor. Por tal razón, debemos emplear nuestros cuerpos para glorificar a Dios, Aquel a quien pertenece hasta la eternidad. Hermanos. Considerando que nuestro cuerpo no nos pertenece, sino al único Dios verdadero, huyamos de toda inmoralidad Sexual como adulterio y fornicación, en su lugar glorifiquemos a nuestro amoroso Señor en nuestro espíritu, pues tanto la parte material como la inmaterial de nuestro ser le pertenecen a Dios.
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